Diego Pérez de Valdivia nació hacia 1520 en Baeza, en el seno de una familia de cristianos nuevos [1]. Tras estudiar en Granada y Salamanca, desde 1549 ejerció la docencia en el estudio baezano, donde llegó a ser rector y el discípulo más valioso de S. Juan de Ávila. Ganó fama de buen predicador, y como fruto de la rica experiencia que acumuló en este campo publicó, en 1589, un tratado sobre oratoria sagrada, De sacra ratione concionandi [2]. También se convirtió pronto, siguiendo el modelo del Maestro Ávila, en un consumado director de conciencias merced a un magisterio espiritual que plasmó en diversas obras que versaban sobre la oración mental, el rosario, la confesión y comunión, etc. [3]. Pérez de Valdivia también se mostró discípulo de Ávila en su afición por la Compañía de Jesús: merced a sus buenos trabajos, la renta del colegio jesuita de Baeza aumentó en 400 ducados, al unírsele los bienes del colegio de Santiago; en su correspondencia con Roma, los jesuitas baezanos no tienen sino alabanzas para este clérigo baezano [4]. No se puede obviar la producción mariológica de Pérez de Valdivia, que dentro de su pensamiento teológico ocupa un lugar fundamental, como ha demostrado sobradamente J. Esquerda Bifet [5].

En 1551, el arcediano de Jaén, D. Diego Lucas de Córdoba, alcanzó de Julio III el privilegio de poder resignar el arcedianato en el canónigo Francisco de Herrera [6]. Ambos, como se recordará, fueron los más tenaces opositores que tuvo el estatuto de limpieza de sangre, sin duda por su ascendencia conversa, que se detecta en sus mismos apellidos [7]. A su vez, en 1567, Herrera quiso renunciar el arcedianato en Diego Pérez de Valdivia, para lo que alcanzó facultad de Pío V mediante una bula fechada en Roma, el 1 de febrero de 1568 [8]. En el cabildo celebrado el 29 de abril del año siguiente, Pérez de Valdivia solicitó que le diese posesión, y, como según el estatuto vigente, antes de poder gozar de su prebenda debería hacérsele el expediente para demostrar que en sus antepasados no había antecedentes sospechosos, presentó su información genealógica [9]. De 1569 a 1573, en las actas capitulares, Diego Pérez aparece como arcediano, llevando a cabo varias comisiones que le encarga el cabildo [10]. No obstante las pruebas presentadas, se repitió la información genealógica, sacando a la luz antepasados reconciliados por la Inquisición. Este dato, que iba contra lo estatuido, y la voluntad que tenía el obispo D. Francisco Delgado de acomodar a un sobrino suyo, junto con la presión del cabildo de Jaén, donde -según expresión de Valdivia- le dan la guerra como lo suelen hacer cuando quieren y a quien quieren [11], movieron al predicador apostólico a renunciar a su prebenda en manos del prelado, el 26 de abril de 1574 [12]. El 3 de mayo del mismo año, el sobrino del obispo presentaba al cabildo una provisión de su tío, ordenando que se le diera posesión del arcedianato de Jaén y se le acudiesen con las distribuciones que le correspondían [13].
Además de todo esto, entre 1574 y 1577, Diego Pérez de Valdivia debió sufrir a un enojoso y sonado proceso inquisitorial en Córdoba [14], en cuyo origen se contaban ciertas proposiciones que se le atribuían, entre ellas el hablar mal contra el estatuto de limpieza de sangre [15]. Este último conflicto debió de ser el detonante final que le empujó a abandonar aquella tierra donde su macula infamiae parecía ser la causa primordial de todos sus infortunios. Así las cosas, Pérez de Valdivia marchó a Barcelona, donde hasta su muerte, acaecida en 1589, pudo ejercer la docencia y desarrollar un activo apostolado sin la carga que le suponía en Jaén el descender de cristianos nuevos [16]. Su marcha a la Ciudad Condal fue fruto de ese desánimo que embargó a muchos descendientes de conversos, que, a pesar de ser sincera y profundamente cristianos, fueron víctimas de un proceso de acorralamiento al que se vieron sometidos injustamente,
Muñoz narra cómo en 1585, el obispo Sarmiento intentó por todos los medios que Diego Pérez de Valdivia volviese al obispado de Jaén, donde su predicación y apostolado tanto fruto habían cosechado antes de su marcha a Barcelona. Instó fuertemente el prelado a Pérez de Valdivia, y hubiera logrado su intento de no haber sido porque, enterados el obispo de Barcelona y el concejo de la Ciudad Condal, escribieron a Felipe II manifestándole el bien que producía allí la predicación de Diego Pérez de Valdivia, y, en consecuencia, suplicaron al monarca que hiciese desistir al obispo de Jaén de su intento. En su obra, Luis Muñoz ofrece el texto de las cartas que el Rey Prudente escribió tanto al concejo barcelonés como a Pérez de Valdivia, en las que Felipe II accedía a los deseos del ayuntamiento y del obispo de Barcelona, y, en consecuencia, ordenaba a Pérez de Valdivia que permaneciese en la Ciudad Condal [17].
Notas:
[1] BNM, ms. 5583 (F. Rus Puerta, Obispos de Jaén. Segunda parte de la Historia eclesiástica del obispado de Jaén), 86 v. – 90 v.; Antonio, Biblioteca Hispana Nova, I, 307; F. de Bilches, Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, Madrid 1653, 177-193; Z. Boverio, Annali de’ fratri minori cappuccini, II/1, Venezia 1645, 614-622; M. Caballero Venzalá, Semblantes en la niebla, Jaén 1993, 89-93; Cózar, Noticias, 293-294; J. Esquerda Bifet, Diego Pérez de Valdivia, maestro de espiritualidad en el s. XVI, en D. Pérez de Valdivia, Aviso de gente recogida. Estudio y edición de A. Huerga, Madrid 1977, 17-53; Higueras Maldonado, Humanistas giennenses, 89-92; A. Huerga, Pérez de Valdivia (Jacques), en DS XII/1, Paris 1984, 1068-72; Id., Introducción, en Aviso de gente recogida, 55-141; H. Hurter, Nomenclator literarius Theologiae Catholicae theologos exhibens aetate, natione, disciplinis distinctos, III, Oeniponti 1907, 364; B. Jiménez Patón, Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén, Jaén 1628, 89 r. – 91 v.; J. Melgares, Diego Pérez de Valdivia (1524-1589). Rector en Baeza, arcediano en Jaén, apóstol en Cataluña, Jaén 1990; J. Melgares – P. Ayala, Diego Pérez de Valdivia, rector de la universidad de Baeza en el siglo XVI, Córdoba 1999; L. de Granada – L. Muñoz, Vidas del Padre Maestro Juan de Ávila. Presentación y edición por L. Sala Balust, Barcelona 1964, 353-367; A. Orive, Diego Pérez de Valdivia, en DHEE III, Madrid 1973, 1972; V. Peralta, El doctor Pérez de Valdivia, escritor místico del siglo XVI, en Estudios Franciscanos 27 (1921) 177-255.
[2] Sobre esta obra cf. A. Cañizares, La predicación española en el siglo XVI, en Repertorio de historia de las ciencias eclesiásticas en España, VI, Salamanca 1977, 207-209; Id., Teología de la predicación en el siglo XVI español. De sacra ratione concionandi, en Revista Española de Teología 48 (1988) 15-51; F. Herrero Salgado, El orador sagrado: conceptos y oficios. Cuatro calas en el tiempo (II), en Ciencia Tomista 126 (1999) 542-568 passim; Id., La oratoria sagrada española de los siglos XVI y XVII, Madrid 1996, 143, 158, 180, 197-199, 201-202, 233; H. D. Smith, Preaching in the Spanish Golden Age. A Study of some Preachers of the Reign of Philip III, Oxford 1978, passim.
[3] M. Andrés, Historia de la mística en la edad de oro en España y América, Madrid 1994, 168-169, 172, 248, 308; Id., Los místicos de la edad de oro en España y América, Madrid 1996, 150-152; J. Esquerda Bifet, Diego de Valdivia, maestro de espiritualidad en el siglo XVI, discípulo de San Juan de Ávila, en Anthologica Annua 19 (1972) 557-585. Sobre la producción literaria de Pérez de Valdivia cf. A. Molina Prieto, El doctor baezano Diego Pérez de Valdivia y epistolario inédito, en BIEG n. 80 (abril-junio 1974) 85-136; Granada – Muñoz, Vidas, 367-368; A. de Saldes, Trabajo inédito del doctor Diego Pérez de Valdivia, en Estudios Franciscanos 4 (1909) 334-344; J. Mª Sánchez Gómez, Ediciones y manuscritos de las obras del doctor Diego Pérez de Valdivia, en Salmanticensis 9 (1962) 631-641.
[4] Cf. ARSI, Hispania 117, 177 r. – v. (Zárate a Polanco; Baeza, 15 septiembre 1572). Texto íntegro en Apéndice documental 79; e Ibíd., 118, 376 r. (Cañas al Prepósito General de la Compañía; Baeza, 18 mayo 1573).
[5] J. Esquerda Bifet, El Tratado sobre la Inmaculada de Diego Pérez de Valdivia, Madrid 1964. Cf. también Id., Un mariólogo catedrático de la Universidad de Barcelona en el siglo XVI: Diego Pérez de Valdivia, en Estudios Marianos 32-33 (1969) 279-303; Id., Espiritualidad sacerdotal mariana en Juan de Ávila, en Estudios Marianos 35 (1970) 91-92; Id., Diccionario de San Juan de Ávila, Burgos 1999, 286-290; F. J. Martínez Rojas, El culto y la devoción a la Santísima Virgen en la historia de la diócesis de Jaén, en A. Molina Prieto – F. J. Martínez Rojas – M. López Pérez, María, Virgen y Madre, Jaén 2000, 202-206; J. Melgares, La mariología del siglo XVI en Diego Pérez de Valdivia, en Giennium 2 (1999) 169-182; Id., Un eminente mariólogo baezano del siglo XVI: Diego Pérez de Valdivia, en BIEG n. 162 (octubre-diciembre 1996) 1309-1330.
[6] AHDJ, Capitular, leg. 4, 89 r. – 90 r. (cabildo del 1 diciembre 1551).
[7] Buena prueba de la amistad que unía a ambos prebendados es que Diego Lucas de Córdoba nombró heredero de sus bienes a Francisco de Herrera, aunque por no tener la necesaria licentia testanti de Roma, la Cámara Apostólica terminó beneficiándose de la mayor parte de las posesiones del arcediano; cf. ASV, Arm. XLII, t. 16, 99 r.
[8] Ibíd., Reg. Vat. 1964, 57 r. – 58 v.
[9] AHDJ, Capitular, leg. 3, 11 r.: Este día el doctor Diego Pérez en cumplimiento del estatuto de esta santa yglesia traxo el memorial de su deçendençia para que conforme a él se haga la ynformaçión sobre el arçedianazgo de Jaén de que Su Sanctidad le a hecho graçia cuyas bulas y aprovaçión de Su Señoría Reverendísima tiene presentadas ante mí y pide conforme a las dichas bullas se haga la ynformaçión y se le de posessión del dicho arçedianadgo y lo pidió por testimonio. El expediente de limpieza de sangre de Diego Pérez de Valdivia se encuentra en Ibíd, leg. 479, s.p.
[10] Ibíd., leg. 3, 72 r.; 85 v.; 93 r.; 111 r.; 128 r.; 162 r.
[11] Citado por A. Huerga, Historia de los alumbrados, II, Madrid 1978, 198, nota 46, y Melgares, Diego Pérez, 99.
[12] Jimena, Catálogo, 486.
[13] AHDJ, Capitular, leg. 3, 233 v.
[14] En carta al General de la Compañía de Jesús, Everardo Mercuriano, el jesuita Antonio Ramírez se hacía eco de la resonancia que había tenido la detención y procesamiento de Diego Pérez por sospechas de alumbradismo: Et doppo mi è cresciuta questa consolatione più vedendo li pericoli che ponno acaderse nelle cose dello spirito se non si procede per la via commune et approbata delli santi; questi giorni si è saputo qui essere prigioni per l’inquisitione alcuni discepoli del maestro Avila et li principali sono duoi cappi, et l’uno era Arcediano yn Giaen, predicatore famoso et tenuto per molto spirituale et dottore in theologia, et si ben mi dole del travaglio loro et di quello que perderanno le cose spirituali appresso d’alcuni, pur mi ralegro in veder ch’anchora che per grazia del Signore quelli della Compagnia sono lontano di cascare nelli errori costoro che comunmente si dice è cosa d’illuminati, per proceder indiscretamente nell’oratione mentale dicendo ch’Iddio li parla […]. Li tempi sono tanto travagliati ch’ogni ricato in queste cose è necessario; ARSI, Hispania 123, 145 r. – 146 r. (Antonio Ramírez a Everardo Mercuriano; Toledo, 14 febrero 1575).
[15] M. Andrés, La teología española, II, Madrid 1977, 228; Huerga, Historia de los alumbrados, II, 175-201; A. Hamilton, Heresy and Mysticism in Sixteenth-Century Spain. The Alumbrados, Toronto 1992, 113-114; L. Sala Balust – F. Martín Hernández, Introducción biográfica, en Obras completas del santo maestro Juan de Ávila. Edición crítica de L. Sala Balust y F. Martín Hernández, I, Madrid 1970, 197, 200, 353-356; J. Mª Sánchez Gómez, Un discípulo del P. Maestro Ávila en la Inquisición de Córdoba, el doctor Diego Pérez de Valdivia, en Hispania 9 (1949) 104-134.
[16] Sobre la estancia barcelonesa de Pérez de Valdivia cf. J. Mª Madurell, Diego Pérez de Valdivia en Barcelona, en Analecta Sacra Tarraconensia 30 (1957) 343-373.
[17] Granada – Muñoz, Vidas, 361-362; A. Huerga, Introducción, en D. Pérez de Valdivia, Aviso de gente recogida. Estudio y edición de A. Huerga, Madrid 1977, 90-91; Id., Historia de los alumbrados, 196-198- Cf. igualmente BNM, ms. 5583, 86 v. – 87 r.; Jimena, Catálogo, 493-494. El p. F. de Bilches, Santos y santuarios del obispado de Jaén y Baeza, Madrid 1653, 183-184, que refiere igualmente el episodio, señala erróneamente a D. Francisco Delgado como el obispo que solicitó la vuelta de Pérez de Valdivia, cuando, como quedó patente en el capítulo III, fue precisamente uno de los causantes de su marcha a Barcelona.