El fervor mariano de San Juan de Ávila y su escuela

San Juan de Ávila

 

San Juan de Ávila (1499-1569)[1] fue definido por el Papa que lo canonizó en 1970, Pablo VI, como un sacerdote, que bajo muchos aspectos podemos llamar moderno[2]. Esta aseveración encuentra una justificación razonada cuando, leyendo sus numerosas obras[3], se repasa la mariología del Apóstol de Andalucía, y se comprueba cómo ésta aparece íntimamente unida a la visión de Cristo y de la Iglesia que el Apóstol de Andalucía ofrece en sus escritos[4].

María es, según Ávila, el miembro singular de la Iglesia que mejor traduce y visibiliza la santidad de la Cabeza. Es la primera santa en Cristo, que, por su respuesta de santidad, es prototipo de toda santidad eclesial. Y esta principalidad de María se expresa fundamentalmente con los títulos de Madre Reina y figura de la Iglesia. De S. Agustín tomó Juan de Ávila la idea de María como la criatura que ha concebido a Cristo en la fe más perfecta, y así lo manifestó en repetidas ocasiones, concluyendo que la Virgen es más alta que nadie y cerca de Dios en bondad y alteza, y cerca de nosotros por misericordia[5].

La santidad de María, según el Santo Maestro, no se redujo a un momento determinado de su vida, sino que siempre fue santa, así en su santa Concepción como en toda su vida[6]. En cuanto a la santidad positiva, María es la cumbre de gracia y virtud que excede a cualquier criatura. Ella, en su fidelidad a Dios, es tan superior a los ángeles y a los santos, que es incomparable porque, mientras que en los santos se da la gracia por partes, mas a la Virgen se derrama toda la plenitud de la gracia divina […] mas ansí como fue llena de gracia y santidad, así fue también en esta vida muy lastimada con trabajos[7].

Es notable la insistencia con que S. Juan de Ávila relaciona a la Virgen María con la Iglesia. María es la suprema realización de la santidad eclesial, y por eso él la llamaba la Santa de los santos. De ahí que según el pensamiento del Santo Maestro, la presencia de María en la comunidad eclesial sea siempre dinámica, ejemplar, silenciosa y fecunda[8], haciendo que sus hijos, que aún se encuentran en este mundo en lucha con el pecado, descubran en ella el modelo más perfecto y acabado de virtud y santidad. Por esto María es un punto de referencia necesario de todo creyente, que para alcanzar su madurez plena como miembro de la Iglesia, debe contemplar el ideal al que aspira, plenamente realizado ya en María. Ése es el sentido que encierra la conocida expresión de S. Juan de Ávila: Más quisiera estar sin pellejo que sin devoción de María[9].

Es sobradamente conocido cómo Juan de Ávila estuvo directamente implicado en la puesta en marcha de la universidad de Baeza[10], y cómo imprimió al estudio general baezano un sello nítidamente pastoral, de modo que, antes de la creación de los seminarios tridentinos, ya el centro universitario beaciense tenía como fin primordial la formación sacerdotal, según la impronta cisneriana de la universidad de Alcalá de Henares. Baeza se convirtió en un intenso foco de espiritualidad, en perfecta sintonía con los postulados más genuinos de la reforma católica. Evangelismo y paulinismo se dieron la mano gracias a la figura de Juan de Ávila, que, durante su estancia baezana, no restringió su presencia a los asuntos meramente académicos, sino que desarrolló una amplia labor pastoral, entregándose a un fecundo apostolado por las tierras del Santo Reino, continuado posteriormente por el círculo de discípulos que en Baeza se reunió a la sombra de su rico magisterio, y que es conocido comúnmente como la escuela sacerdotal avilista[11].

En sus predicaciones por tierras de Jaén, y en los escritos diversos que de su pluma salieron durante su estancia en el Santo Reino, S. Juan de Ávila trató en repetidas ocasiones de uno de sus temas predilectos, sobre todo cuando se dirigía a los fieles: la Virgen María. Esta prioridad temática de la Madre de Dios, en conexión con Cristo y con la Iglesia, como hemos afirmado, debió de calar hondo en sus discípulos, y puede explicar, en gran parte, el fervor mariano que muchos de los seguidores del Santo Maestro vivieron y mostraron en sus vidas y escritos.

Ése es el caso de Diego Pérez de Valdivia[12], natural de Baeza, nacido en el seno de una familia de cristianos nuevos. Tras estudiar en Granada y Salamanca, desde 1549 ejerció la docencia en el estudio baezano, donde llegó a ser rector y el discípulo más valioso de S. Juan de Ávila. Con fama de buen predicador -publicó en 1589 un tratado sobre oratoria sagrada-, en 1567 fue nombrado arcediano de Jaén, pero el obligatorio expediente de limpieza de sangre que se le incoó puso al descubierto sus orígenes conversos. Esta mancha, unida a otras circunstancias, le obligaron a renunciar a esta prebenda, y tras enfrentarse a un enojoso proceso inquisitorial marchó a Barcelona, donde hasta su muerte, acaecida en 1589, pudo ejercer su activo apostolado sin la carga que le suponía en Jaén el descender de cristianos nuevos[13].

Diego Pérez de Valdivia, el mejor y más dilecto discípulo baezano del Maestro Ávila, pasa por ser el autor del primer tratado teológico en castellano sobre la Inmaculada, como se encargó de demostrar en su tiempo J. Esquerda Bifet[14]. No es ésta la única obra de carácter mariano. Hasta nuestros días han llegado otras, entre las que caben citarse algunos sermones recogidos en un tomo conservado en el Archivo Histórico Diocesano de Jaén, y un comentario al Cantar de los Cantares, en el que Pérez de Valdivia escudriña y glosa el texto desde dos angulaturas: la cristológica y la mariológica[15].

En 1600, el impresor barcelonés Gabriel Graells publicó en la Ciudad Condal el Tratado de la singular y puríssima Concepción de la Madre de Dios y una exposición sobre los Cantares, para predicadores y devotos, obra cuya redacción había culminado Pérez de Valdivia en 1582, pero que no pudo contemplar salida de la tipografía. En sus primeras páginas, el autor ya nos sitúa ante la notable extensión popular que tenía la devoción a la Inmaculada a finales del s. XVI:

Todos lo saben y no ay cosa hoy más tratada ni celebrada, que aver sido la Santissima Virgen concebida sin pecado, parece que con esta doctrina se destetan hoy los niños y no ay hombre ni muger (por pecadores que sean) que no se precien de ser devotos de la Concepción[16].

A partir de esta constatación empírica, Pérez de Valdivia se adentra en la ardua cuestión teológica de este privilegio mariano, pero utilizando un método que podemos calificar de novedoso y moderno. El autor parte de cinco preguntas, en las que engloba el status quaestionis tal y como se encontraba al declinar el Quinientos. Así, sin afirmar nada de entrada e intentando dar réplica a esas cuestiones iniciales, Valdivia va ofreciendo soluciones, a las que se llega sólo tras la exposición de los fundamentos doctrinales, y únicamente como conclusión necesaria se expone la respuesta a las preguntas iniciales.

La argumentación del doctor baezano adopta el método teológico positivo, es decir, se apoya tan sólo en la Sagrada Escritura y en la Tradición. Esta opción tiene la ventaja de ahorrar al lector las cuestiones marginales. Como acertadamente afirma el mejor conocedor de esta obra, Esquerda Bifet, la Inmaculada que expone Pérez de Valdivia es una Inmaculada integral, recalcando más el aspecto positivo que el negativo (en el primer instante de su existir María recibe la gracia a la que Dios la ha predestinado). Todo ello es fruto de la redención de Cristo[17].

La mariología actual encuentra en Diego Pérez todos sus temas. Es siempre la figura de Cristo la que se transparenta en María. Pero hay algunos puntos que son de mayor actualidad, como por ejemplo, cuando el teólogo baezano llama repetidamente a María Madre de la Iglesia, anticipándose así al gesto que realizó el Papa Pablo VI, cuando adoptó esta denominación para la Virgen durante la celebración del concilio Vaticano II. Para Pérez de Valdivia, la relación entre María y la Iglesia se basa en los aspectos de causalidad y semejanza tipológica, ideas que ya aparecían en los escritos de S. Juan de Ávila. Ambos, maestro y discípulo, recalcan con ahínco el aspecto maternal de María y la devoción filial de la Iglesia hacia Ella.

Evaluando someramente todo lo expuesto, se puede afirmar que por sus escritos y ejemplos, sin duda se puede considerar al clérigo baezano Diego Pérez de Valdivia como uno de los guías espirituales más insignes del s. XVI, y un mariólogo innovador, tal y como se encontraba esta disciplina teológica en aquella centuria. La mejor conclusión puede ser la valoración que sobre él vierte uno de sus mejores conocedores, Esquerda Bifet, cuando hace algunos años escribía:

Diego Pérez de Valdivia, discípulo del maestro Juan de Ávila, por su visión positiva e integral de la Inmaculada, por su mariología completa y sólidamente teológica, por su piedad mariana y su erudición mariológica, por su actualidad en el campo mariológico, es, pues, indiscutiblemente, un jalón importante en los estudios acerca de la mariología clásica española[18].

Notas:

[1] Entre la amplísima bibliografía sobre S. Juan de Ávila se pueden consultar como introducción a su biografía Q. ALDEA, Ávila, Juan de, en: DHEE (Madrid 1972), vol. I, 162-164 (con abundante bibliografía); L. MUÑOZ, Vida y virtudes del venerable varón el Padre Maestro Juan de Ávila, predicador apostólico. Con algunos elogios de las virtudes de sus más principales discípulos (Madrid 1635), L. SALA BALUST – F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Santo Maestro Juan de Ávila (Madrid-Roma 1970), y J. J. GALLERO PALOMERO, Sacerdocio y oficio sacerdotal en San Juan de Ávila (Córdoba 1998) 319-327.

[2] Citado por J. DEL RÍO, Santidad y pecado en la Iglesia. Hacia una eclesiología de San Juan de Ávila (Córdoba 1986) 257.

[3] L. SALA BALUST (ed.), Obras completas del Beato Juan de Ávila (Madrid 1952-1953), 2 vols. Cf. L. SALA BALUST – F. MARTÍN HERNÁNDEZ, o.c. 19*-47*; DEL RÍO, o.c. 259-268, J. ESQUERDA BIFET, Doctrina teológica del Beato Maestro Juan de Ávila en tiempos de postconcilio: Miscelánea Comillas 47-48 (1967) 95-128; ID., Diccionario de San Juan de Ávila (Burgos 1999); A. HUERGA, La vida cristiana en los siglos XV-XVI, en: AA.VV., Historia de la Espiritualidad (Barcelona 1969), vol. II, 90-94.

[4] Cf. DEL RÍO, o.c. 163-166; J. ESQUERDA BIFET, Síntesis mariológica de los escritos de Juan de Ávila: Ephemerides Mariologicae 11 (1961) 169-191; ID., Espiritualidad sacerdotal mariana en Juan de Ávila: Estudios Marianos 35 (1970) 85-114; ID., La oración contemplativa en relación a la devoción mariana según el Maestro Juan de Ávila: Anthologica Annua 24-25 (1977-78) 499-550; ID., Diccionario 377-379, 590-601; T. HERRERO, La Inmaculada en el Beato Juan de Ávila: Estudios Marianos 18 (1957) 371-380; R. JIMENO, La mariología estática en el Maestro Ávila (Granada 1955); A. MOLINA PRIETO, Presencia de María en el epistolario del Santo Maestro Juan de Ávila: Estudios Marianos 36 (1972) 281-304; B. G. MONSEGU, Los textos mariológicos de la Escritura en las obras del maestro J. de Ávila: Estudios Marianos 23 (1962) 327-356; PÉREZ, o.c. 280-281.

[5] Citado por DEL RÍO, o.c. 164.

[6] Ibid.

[7] Ibid.

[8] Cf. MOLINA, a.c. 303.

[9] Sermón 63, citado por ESQUERDA, Espiritualidad sacerdotal mariana 90.

[10] Sobre la universidad de Baeza cf. C.M. AJO GONZÁLEZ Y SÁINZ DE ZÚÑIGA, Historia de las Universidades hispánicas. Orígenes y desarrollo desde su aparición a nuestros días (Ávila 1958), vol. II, 96-99; vol. III (1959) 317-318; M. E. ÁLVAREZ, La Universidad de Baeza y su tiempo (Jaén 1961); F. ESCOLANO, Documentos y noticias referentes a la antigua Universidad de Baeza: Hispania 5 (1945), 38-71; V. DE LA FUENTE, Historia de las universidades, colegios y demás establecimientos de enseñanza en España (Madrid 1885) vol. II, 152-157; J. HIGUERAS MALDONADO, Documentos latinos del siglo XIII al XVII en los archivos de Baeza (Jaén) (Jaén 1974) 45-275; F. MARTÍN HERNÁNDEZ, La formación clerical en los colegios universitarios españoles (Vitoria 1961) LXI-LXIII; MARTÍNEZ ROJAS, o.c. 114-117; B. XIMÉNEZ PATÓN, Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén (Jaén 1628) 94 v.- 98 v.

[11] J. ESQUERDA BIFET, Escuela sacerdotal española del siglo XVI: Juan de Ávila: Anthologica Annua 17 (1969) 1-55; ID., Diccionario 302-305, 351-360.

[12] M. CABALLERO, Semblantes en la niebla (Jaén 1993) 89-93; J. HIGUERAS MALDONADO, Humanistas giennenses (S. XIV-XVIII) (Jaén 1998) 89-92; A. HUERGA, Diego Pérez de Valdivia, en: Dictionnaire de Spiritualité (París 1984), vol. XII/1, 1068-72; ID., Introducción a ‘Aviso de gente recogida’ (Madrid 1977) 11-141; J. MELGARES, Diego Pérez de Valdivia (1524-1589). Rector en Baeza, arcediano en Jaén, apóstol en Cataluña (Jaén 1990); ID., Un eminente mariólogo baezano del siglo XVI: Diego Pérez de Valdivia: BIEG nº 162 (1996) 1309-1330; ID. – P. AYALA, Diego Pérez de Valdivia, rector de la universidad de Baeza en el siglo XVI (Córdoba 1999); MUÑOZ, o.c. 106 v. – 119 v.; A. ORIVE, Diego Pérez de Valdivia, en: DHEE, vol. III, 1972; V. PERALTA, El doctor Pérez de Valdivia, escritor místico del siglo XVI: Estudios Franciscanos 27 (1921) 177-255; J. Mª SÁNCHEZ GÓMEZ, Un discípulo del P. Maestro Ávila en la Inquisición de Córdoba, el doctor Diego Pérez de Valdivia: Hispania 9 (1949) 104-134.

[13] Sobre la estancia barcelonesa de Pérez de Valdivia cf. J. Mª MADURELL, Diego Pérez de Valdivia en Barcelona: Analecta Sacra Tarraconensia 30 (1957) 343-373.

[14] El Tratado sobre la Inmaculada de Diego Pérez de Valdivia (Madrid 1964). Cf. también ID., Un mariólogo catedrático de la Universidad de Barcelona en el siglo XVI: Diego Pérez de Valdivia: Estudios Marianos 32-33 (1969) 279-303; ID., Espiritualidad sacerdotal mariana 91-92; ID., Diccionario 286-290; y PÉREZ, o.c. 346.

[15] Sobre la producción literaria de Pérez de Valdivia cf. J. M. SÁNCHEZ GÓMEZ, Ediciones y manuscritos de las obras del doctor Diego Pérez de Valdivia: Salmanticensis 9 (1962) 631-641; A. DE SALDES, Trabajo inédito del doctor Diego Pérez de Valdivia: Estudios Franciscanos 4 (1909) 334-344; y A. MOLINA PRIETO, El doctor baezano Diego Pérez de Valdivia y epistolario inédito: BIEG nº 80 (1974) 85-136.

[16] D. PÉREZ DE VALDIVIA, Tratado de la singular y puríssima Concepción de la Madre de Dios y una exposición sobre los Cantares, para predicadores y devotos (Barcelona 1600) 1 r.

[17] ESQUERDA BIFET, Diego Pérez 284.

[18] Ibid. 288.

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